Pon a prueba tu imaginación.

03Cuando en el año 1940 Disney presentó al mundo su película «Fantasía», sin duda pretendió dar el salto del cine de animación destinado a un público infantil al cine adulto; pero por desgracia la cinta no funcionó como deseaba el tío Walt, y se vio ¿forzado? a dar al público lo que éste le pedía, es decir, otra «Blancanieves», y así llenarse los bolsillos con la taquilla; ¡qué lejos quedaron los sueños visionarios de un artista para cambiarlos por monedas!; así se devalúa el arte y se corrompe el talento, porque lo que es talento, nunca le ha faltado al ratón Mickey. Desde entonces, acá en occidente, el cine de animación sólo podía ser relacionado con la infancia. Ya en los años 90, como sabemos, en la denominada edad de plata, los estudios Disney se esforzaron por dirigir sus películas a un público más adulto, pero la cosa se quedó en buenas intenciones; quizá las películas se hicieron más irónicas y un poco menos ingenuas, algo más gamberras si se prefiere, pero al fin era el público juvenil, y no precisamente adulto, al que se destinaban los nuevos productos del tío Walt. Sólo Pixar, que dejó de lado la animación tradicional por la infografía, ha sabido crear obras, a mi parecer, más coherentes con el público adulto. Pero no nos engañemos; el cine de animación para adultos se lleva haciendo en Japón desde hace más de 40 años y es conocido en el mundo entero por anime. El mundo del anime sorprende por el público amplio al que va destinado en su país de origen, y esto desde luego ha creado confusión en occidente; nosotros, los de aquí, seguimos una fórmula matemática de lo más sencilla, es decir: cine de animación= infancia; así son las cosas en occidente gracias a la factoría Disney. Pero en Japón los límites en el mundo de la animación ya no está tan claros, y por esta razón hay una gran diversidad de géneros y formas de hacer muy diferentes, dependiendo del público al que vaya destinada la película o la serie; y lo mismo ocurre con el manga en relación al cómic occidental. Así de sencillo.
howls moving castleDe todos los creadores de anime es, por supuesto, Hayao Miyazaki, el más conocido en occidente; por desgracia el maestro ha decidido retirarse del mundo de la animación hace bien poco, y esto ha provocado una gran decepción entre sus incondicionales. No seamos tan exigentes y alegrémonos con las obras maestras que nos ha regalado, que no son pocas; el maestro se merece un descanso bien merecido y ya otros harán lo suyo, eso espero.
Reconozco que para mí este creador, de imaginación deslumbrante, ha sido todo un descubrimiento; la primera película que vi suya fue la poderosa «La princesa Mononoke», una cinta con la fuerza épica de un Kurosawa mezclada con el animismo nipón. En esta película el discurso pronaturaleza no chirría como en el «Avatar» de Cameron, bastante más infantil, pueril y pretencioso. Y luego vino la que es para mí su obra maestra, «El viaje de Chihiro», un Lewis Carroll asimilado por oriente de un modo espectacular; pero es de otra película de Miyazaki de la que quiero hablar.
howl-s-moving-castle-7«El castillo ambulante» está basado en una novela de la autora británica Diana Wynne Jones, y aunque tiene muchas diferencias si la comparamos con el texto original, no desmerece para nada de la novela en su resultado final; de hecho, la escritora pareció muy satisfecha después de asistir a un pase invitada por el propio Miyazaki, aunque reconoció que nada tenía que ver con lo que había escrito ella. Yo creo que esas infidelidades beneficiaron más que perjudicaron la cinta del creador de Totoro y fundador del estudio Ghibli.
El castillo ambulante se desarrolla en un país ficticio, poblado de brujas y magos, y con una ambientación que hace referencia a la revolución industrial del siglo XIX anterior a la Primera Guerra Mundial; cuenta la historia de Sophie, una muchacha de 18 años que trabaja en una sombrerería y que sufre el encantamiento de la Bruja del Páramo que la ha convertido en una anciana de 80; para romper el hechizo, Sophie debe buscar al mago Howl, un personaje excéntrico y algo pusilánime y vanidoso que habita el castillo ambulante que da título a la película, un castillo gobernado por un diablo en forma de fuego que siempre arde en el hogar y que se llama Calcifer. La cinta está repleta de personajes pintorescos, como el espantapájaros, que tanto recuerda a «El mago de Oz», el perro asmático, y por supuesto el mismo castillo, que es un personaje más de la película con toda las de la ley.
Se trata de una de las películas más líricas y hermosas del maestro Miyazaki, que para nada la considero menor, y que merece ser visionada, aunque sea una sola vez en la vida; y mención aparte merece la partitura del genial Joe Hisaishi, muy superior a las melodías convencionales que nos vienen de Hollywood.
Después de ver esta maravilla de la animación, por mí la cabeza de Disney puede seguir congelada o criando gusanos dónde quiera que esté; yo me quedo con el señor Miyazaki, y con esto ya está todo dicho.

Abel Tomás.

A continuación os muestro el tráiler y la banda sonora original de la película:

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